Sigue sin verse lo que hay.
No creo en gritar las intenciones,
creo en que el tiempo todo lo pone en su lugar,
no tengo prisa por destapar verdades,
sé que por si solas,
cada cual las descubrirá,
nadie tiene derecho a destapar vendas,
nadie tiene la obligación de ver lo que no quiere ver,
pero por favor,
intentemos por todos los medios de no hacernos daño,
si te digo que me duele,
no me reproches que ni siquiera me tocastes,
midamos las palabras y las malas intenciones,
que son peores que mil puñales,
porque no derraman sangre,
y es que las heridas del alma son invisibles a los ojos,
pero se sienten y padecen como desgarro visceral,
la sangre derramada oscurece el camino,
y crea vagabundos del dolor,
incapaces de volver a casa,
esa casa que brillaba a través de la mirada.
A veces permitimos que nos dañen gracias a mil excusas:
"no se da cuenta"
"ya cambiará"
"Siempre ha sido así"
"Luego siempre se arrepiente"
"Es que es mi padre/madre/hermano/a/suegra/o, etc"
"le pierde el caracter"
La respuesta a cada una de las excusas,
tengo la obligación conmigo mismo de que sea:
-No es motivo para consentirlo.
Nadie tiene derecho a lastimarnos como norma.
No le hacemos ningún favor a la persona permitiéndoselo.
Creemos relaciones sanas,
en la medida de lo posible.
Sé que no es fácil.
Pero es posible.
2 comentarios:
¡Qué difícil!¡Qué difícil! lo que dices. Es cierto cómo la vida misma, pero piensa que hay mucho enfermo/a suelto por ahí. Que sus propias familias: padre/madre etc. ya lo estaban.
¿Qué hacer entonces?...salvar por amor a los propios hijos lo que se pueda. Sin dramas y tragando quina. Querida amiga.
es la solución más apropiada, muchas gracias por tu sabio aporte, tienes mucha razón en todo, qué difícil!
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